domingo, 18 de marzo de 2012

La rebelión contra la teoría económica neoclásica y otras revueltas*

En junio de 2000 comenzó en París una rebelión. Estudiantes de elite se rebelaron contra lo que les prometía prestigio, dinero y carrera: contra el tipo de teoría económica con que se les instruía en las universidades elitistas de París. Esa teoría dominante, la neoclásica, omnipresente en los libros de texto del mundo entero. La sabiduría convencional que inspira la política económica y financiera en todos los países capitalistas les resultaba un acúmulo de dogmas ajenos al mundo. Inapropiada para entender mejor el mundo, y no digamos para cambiarlo.

(...) En su pugna con el establishment científico, tienen los rebeldes una difícil posición, de la que son parcialmente culpables. Saben lo que no quieren; pero no saben lo que quieren. Saben que de lo que se trata es de revivir la teoría económica como ciencia social, confrontarla con el mundo real de los mercados y de los capitalismos realmente existentes, superando el platonismo de los modelos de la doctrina dominante. Pero no van más allá de la promoción de una apertura a las posiciones heterodoxas, conforme a un pluralismo metodológico y teórico en la ciencia económica. Aquí radica la debilidad del movimiento rebelde, que no logra emanciparse de su adversario supuestamente todopoderoso, la teoría económica neoclásica. Sus miembros tratan desesperadamente de orientarse, buscando inspiración ejemplar en la historia y en la actualidad. Así, van a dar en los pocos grandes economistas que, como Schumpeter, Keynes y Sraffa, criticaron al menos parcialmente la teoría económica dominante. Así, buscan en los neorricardianos y en los postkeynesianos el acceso perdido a la realidad económica. Muy recientemente, algunos han empezado a redescubrir al malfamado Marx. Pero aquí se cobra buena venganza el hecho de que, desde hace décadas, los marxistas, mayoritariamente, dejaran de comprender ni una palabra de economía o de economía política, al tiempo que la teoría económica oficial castigaba al marxismo con el desprecio.

Lea todo el resto del ensayo de Michael R. Krätke en el blog de Alejandro Valle Baeza aquí

* NOTA EXTRAÍDA DE LA PÁGINA PERSONAL DEL DR. ALEJANDRO VALLE BAEZA